¿¡Somos libres!?

¡Quiero ser libre!
Libre de amar, de ser, de sentir, de vivir…
Aunque nacimos en un mundo abierto la sociedad se empeña en poner barrotes en todos los rincones… cuántos no tenemos antes de poder empezar a caminar…
“Debes”, la vida está llena de debes. Nos imponen cosas quitándonos la oportunidad de elegir.
¡Basta! ¡Quiero ser libre!
Tal vez nadie sea culpable de esta situación, tal vez unos pocos, o tal vez todos seamos culpables al mismo tiempo.
Benditos aquellos que se niegan a ser encarcelados y viven y sufren, y ríen y lloran, por esos segundos más que han recuperado de aquellos que eran justo antes de nacer…


¡Me cansé!
¡Estoy harta de vivir en las sombras
de esconderme entre cuatro paredes
de sólo poder tomar tu mano debajo de la mesa,
de fingir amistad mientras me

consumo de amor por tí.
Es vivir una doble vida,
tener dos caras,
maquillar constantemente la verdad.
Actuar así es ¿protegerme o reprimirme?
¡Me cansé!
Sencillamente me cansé

de mirar primero a mí alrededor
para saber qué puedo hacer,

para saber si me "ajusto" o no al contexto,
si encajo en la "normalidad" o estoy fuera de lugar.
¿Hasta cuándo vivir en función de los demás?...

lunes, 24 de agosto de 2009

Nuevo comunicado de la Asociación Americana de Psicología (APA)

"LOS PROFESIONALES DE LA SALUD MENTAL DEBEN EVITAR DECIRLE A SUS CLIENTES QUE PUEDEN CAMBIAR SU ORIENTACIÓN SEXUAL A TRAVÉS DE TERAPIAS U OTROS TRATAMIENTOS"
La denóminada “Resolución sobre las respuestas afirmativas apropiadas al distress y los esfuerzos por cambiar la orientación sexual” también advierte a padres, tutores, jóvenes y sus familias que deben evitar los tratamientos para la orientación sexual que retratan la homosexualidad como una enfermedad mental o un trastorno del desarrollo y, en su lugar, instan a buscar psicoterapia, apoyo social y servicios educativos “que provean información precisa sobre orientación sexual y sexualidad, que incrementen el apoyo de la familia y la escuela y que reduzcan el rechazo de los jóvenes de las minorías sexuales”.
Esta declaración se produce en el marco de la Conferencia Anual de la APA, realizada en Toronto la primera semana de Agosto de 2009 y se encuentra basada en el estudio de 83 artículos publicados en revistas arbitradas en el período que va de 1960 a 2007. La comisión que llevó a cabo el estudio también revisó la literatura más actualizada en torno a la psicología de la orientación sexual.
Sirva esto para puntualizar que cualquier profesional de la salud mental que ofrezca cambiar la orientación sexual lo está haciendo sin evidencia y fundamentado en sus propios prejucios (generalmente religiosos).

Amor Gay

Por Arturo Pérez-Reverte

Nunca antes me había fijado en la cantidad de parejas homosexuales que se ven paseando por Venecia. Los encuentras caminado por los puentes, a la orilla de los canales, cenando en los pequeños restaurantes del casco viejo. No suele tratarse de dúos espectaculares, sino todo lo contrario: gente discreta, tranquila, a menudo con aspecto educado.

Mirando a los demás aprendes cantidad de cosas, y en el caso de estas parejas siempre me encanta sorprender sus gestos comedidos de confianza o afecto, el reparto convencional de roles que suele dars eentre uno y otro, la ternura contenida que a menudo sientes flotar entre ellos, en su inmovilidad, en sus silencios.

Pensaba en todo eso el otro día, a bordo del vaporetto que cubre el trayecto de San Marcos al Lido. Sobre la laguna soplaba un viento helado, los pasajeros íbamos encogidos de frío, y en un banco de la embarcación había una pareja, hombre y hombre, cuarentones,tranquilos. Se sentaban muy juntos, apoyado discretamente un hombro en el del compañero, en un intento de darse calor. Iban quietos y callados, mirando el agua verde gris y el cielo color ceniza. Y en un momento determinado, cuando el barco hizo un movimiento y la luz y lagama de grises del paisaje se combinaron de pronto con extraordinaria belleza, los ví cambiar una sonrisa rápida, fugaz, parecida a un beso o una caricia. Parecían felices. Dos tipos con suerte, pensé. Aunque sea dentro de lo que cabe. Porque viéndolos allí, en aquella tarde glacial, a bordo del vaporetto que los llevaba a través de la laguna de esa ciudad cosmopolita, tolerante y sabia, pensé cuántas horas amargas no estarían siendo vengadas en ese momento por aquella sonrisa. Largas adolescencias dando vueltas por los parques o los cines para descubrir el sexo, mientras otros jóvenes se enamoraban, escribían poemas o bailaban abrazados en las fiestas del Instituto. Noches de echarse a la calle soñando con un príncipe azul de la misma edad, para volver de madrugada, hechos una mierda, llenos de asco y de soledad. La imposibilidad de decirle a un hombre que tiene los ojos bonitos, o una hermosa voz, porque, en vez de dar las gracias o sonreír, lo más probable es que le parta a uno la cara. Y cuando apetece salir, conocer, hablar, enamorarse o lo que sea, en vez de un café o un bar, verse condenado de por vida a los locales de ambiente, las madrugadas entre cuerpos Danone empastillados, reinonas escandalosas y dragqueens de vía estrecha. Salvo que alguno -muchos- lo tenga mal asumidoy se autoconfine a la alternativa cutre de la sauna, la sala X, la revista de contactos y la sordidez del urinario público.

A veces pienso en lo afortunado, o lo sólido, o lo entero, que debe deser un homosexual que consigue llegar a los cuarenta sin odiar desaforadamente a esta sociedad hipócrita, obsesionada por averiguar, juzgar y condenar con quién se mete, o no se mete, en la cama. Envidio la ecuanimidad, la sangre fría, de quien puede mantenerse sereno y seguir viviendo como si tal cosa, sin rencor, a lo suyo, en vez de echarse a la calle a volarle los huevos a la gente que por activa o por pasiva ha destrozado su vida, y sigue destrozando la de los chicos de catorce o quince años que a diario, todavía hoy, siguen teniéndolo igual que él lo tuvo: las mismas angustias, los mismos chistes demaricones en la tele, el mismo desprecio alrededor, la misma soledad y la misma amargura.

Envidio la lucidez y la calma de quienes, a pesar de todo, se mantienen fieles a sí mismos, sin estridencias pero también sin complejos, seres humanos por encima de todo. Gente que en tiempos como éstos, cuando todo el mundo, partidos, comunidades, grupos sociales, reivindica sus correspondientes deudas históricas, podría argumentar, con más derecho que muchos, la deuda impagada de tantos años de adolescencia perdidos, tantos golpes y vejaciones sufridas sin haber cometido jamás delito alguno, tanta rechifla y tanta afrenta grosera infligida por gentuza que, no ya en lo intelectual, sino en lo puramente humano, se encuentra a un nivel abyecto, muy por debajo del suyo.

Pensaba en todo eso mientras el barquito cruzaba la laguna y la pareja se mantenía inmóvil, el uno contra el otro, hombro con hombro. Y antes de volver a lo mío y olvidarlos, me pregunté cuantos fantasmas atormentados, cuántas infelices almas errantes no habrían dado cualquier cosa, incluso la vida, por estar en su lugar. Por estarallí, en Venecia, dándose calor en aquella fría tarde de sus vidas.

Arturo Pérez-Reverte